Cuando veo a mi hijo a los ojos, sé que soy bendecida de ser madre. Y sé que muchas mujeres luchan con la fertilidad pero les da miedo miedo hablar del tema.
Parece que en los últimos años, los problemas de infertilidad se han vuelto muy comunes pero gracias a los tratamientos médicos, las mujeres tienen más opciones cuando se trata de la maternidad. Conozco personalmente a varias parejas que están tratando de tener hijos y el problema de la infertilidad ha causado hasta la separación entre ellos. Algunas de estas mujeres no se abren conmigo, porque creen que no lo entenderé porque yo ya tengo un hijo. Incluso he notado una sensación de celos hacia mí.
Me compadezco y no lo tomo personal porque yo estaba en esa situación. Cuando comencé a planificar para una familia, pensé que no sería capaz de concebir. Fueron 6 meses de intentar y cada mes me sentía decepcionada y me daba miedo admitir que tal vez no sucedería. Parecía que todas a mi alrededor se estaban embarazando y me daban celos. Desafortunadamente, algunas mujeres pasan años tratando de concebir y nada. Todos tenemos nuestro propio camino que atravesar y golpes que nos da la vida. Debemos dejar de compararnos con las demás porque no sabemos qué dificultades tenga la otra persona.
Las familias latinas solían tener cinco, ocho, incluso 10 hijos. Ahora muchas de nosotras luchamos por tener aunque sea uno. Como venimos de familias numerosas, asumimos que nos resultará fácil. La familia y amigos, sin saberlo, pueden ser insensibles a este problema. Preguntan constantemente: ¿cuándo vas a tener un bebé? y cuando tienes uno: ¿para cuándo el próximo? Algunas sentimos la presión de nuestras familias, la sociedad o incluso de nosotras mismas de formar una familia. La gente pregunta sobre tener hijos, pero ¿cómo les dices que te esta costando trabajo concebir? Es muy triste porque algunas de estas mujeres sufren en silencio. Hablar sobre nuestros temores no resolverá los problemas pero tal vez al compartir nuestras historias por lo menos se aliviará nuestro dolor. Estamos en una era de feminidad y empoderamiento, pero ¿cómo podemos exigir igualdad cuando entre nosotras ni siquiera podemos compartir nuestros sentimientos?
Sé que soy bendecida y le doy gracias a Dios todos los días. ¿Tengo días difíciles? Sí. ¿Puedo quejarme y desear tener 5 minutos para mí? Sí puedo, porque quejarme de lo duro que fue mi día no es equivalente a ser malagradecida. Es expresar mis sentimientos y eso es lo que quisiera que las mujeres hicieran, hablar y expresar, tu ansiedad, miedo y frustración al concebir. Te sorprendería saber cuántas de nosotras compartimos las mismas emociones. Y no asumas que a todas nos fue fácil el tener hijos. No seamos tan rápidas para juzgar; al contrario, escuchémonos.
Tengo la bendición de ser madre y deseo que todas las mujeres que anhelan ser madre, algún día puedan vivirlo.
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